martes, 3 de agosto de 2010

UTOPÍA

Era Mayo y tenía 20 años, era una mujer sencilla, aunque un poco inquieta y revolucionaria que siempre estaba en contra del gobierno y de la política y que propugnaba el amor común y la libertad. En esos momentos estaba estudiando antropología y me dedicaba a analizar y examinar las distintas civilizaciones que existían en nuestros antepasados.

Me propusieron un viaje por la Selva Amazónica para investigar lo que allí se vivió en tiempos lejanos. Acepté, y empezamos a preparar el viaje, iríamos en barco y solo aquellos investigadores realmente interesados en esa selva, que cabe decir que éramos nada más que cinco, una vez allí analizaríamos el suelo, haríamos estudios de todo el medio.

Llegó el día, embarcamos y fuimos rumbo el Amazonas. El viaje fue de lo más normal, salvo que en el último día, fuimos raptados por unos piratas de alta mar, llamados “los protectores”, que nos sustrajeron toda nuestra maquinaria y todo lo que teníamos en el barco de valor.

Todo era surrealista, los cinco que seguíamos en el barco, no sabíamos que hacer, los piratas estaban enfurecidos, no sabíamos qué decirles por miedo a que nos mataran o a que nos tiraran del barco. Hablaban un idioma rarísimo, y no sabíamos de donde habrían podido salir, parecía todo de película.

Finalmente, se marcharon. Nosotros nos quedamos sin habla después de todo lo pasado, íbamos rumbo todavía al Amazonas, y no sabíamos si seguir navegando o dar marcha atrás. Nos dimos cuenta que estábamos cerca de Brasil (que es el país que posee más del 50% de Selva Amazónica) y ya no podíamos volver, era casi imposible.

Llegamos al Amazonas. Aquello parecía desierto.

Yo, que tenía alma de aventurera, me daba igual que nos hubiesen raptado por unos instantes y que nos hubieran quitado casi todas nuestras pertenencias, yo quería seguir con la investigación que desde un principio se iba a realizar, con o sin maquinaria especializada, me dispuse a ello. Mis compañeros me dijeron que estaba loca, que teníamos que buscar la manera de volver, y que dejara la investigación para otro viaje.

Un compañero, que se llamaba Fonsi, me apoyó, él también quería seguir con la investigación. Los otros tres se fueron y nunca más volvimos a saber de ellos.

Fonsi y yo empezamos por la costa, todo parecía normal, hicimos grandes análisis del agua con la poca maquinaria que nos dejaron los piratas. Tardamos casi 4 meses en recorrernos la isla viendo el clima, la humedad, la fauna, la flora, el sustrato, la temperatura. No dejamos nada sin investigar, pero no encontramos ningún resto de nuestros antepasados.

Seguíamos con la investigación de la flora, cuando Fonsi, encontró parte de una máquina especializada en examinar fósiles, que justamente nos la habían sustraído los piratas.

Seguimos la pista de esa pieza, que nos llevo a algo inesperado, a algo que no habíamos visto en la vida, a algo que no supimos nunca que estaba ahí….

Era una isla perdida, que se encontraba justo entre Perú y Chile, que no sabíamos porque nunca se había llegado hasta ella, nadie se había percatado de que allí se encontraba una isla aparentemente pequeña, muy parecida al Amazonas, y que posiblemente allí habitarían seres humanos.

Llegamos hasta ella, Fonsi y yo, un poco miedosos por lo que allí nos podíamos encontrar. Nada más pisar un pie en la isla, se acercaron los piratas “los protectores” hablándonos en un idioma raro, pero muy enfurecidos, nos cogieron y nos llevaron hacia el interior de la isla donde nos ataron y nos pusieron de rodillas.

Enseguida vino un nativo, que entendía nuestro idioma, y nos preguntó que qué hacíamos en la isla “Mokilí”, nosotros le dijimos que habíamos ido a investigar el Amazonas, y seguidamente nos desataron y entablamos una conversación, con “DouDou”, nativo que nos entendió y les hizo saber a los nativos de esa isla, que éramos inofensivos y que no queríamos causar ningún tipo de daño.

Fonsi y yo nos quedamos perplejos de lo que allí se vivía, DouDou nos explicó que eran una tribu comunal que todo lo compartían, que habían llegado a comprenderse los unos a los otros, y no tenían el mayor tipo de discusión, ni de conflicto. La tribu se llamaba “Mabele” que significaba “Tierra” en mokilí que era el idioma que hablaban, que daba nombre a la isla. Nosotros decidimos quedarnos en la isla “Mokilí” por unos meses a entender y ver a esa civilización tan diferente a nosotros.

Se lo comunicamos a DouDou que quedó encantado de nuestra decisión.

Ellos no sabían lo que era nuestra civilización, ni sabían nada que no fuera ellos mismos, salvo lo que encontraron de nuestra maquinaria cerca del Amazonas en una salida que hicieron.

Vivían pacíficamente y todo era de todos, su economía era escasa pero suficiente al mismo tiempo. Los estuvimos observando y quedabámos impresionados, de lo tanto que hacían con tan poco. Eran recolectores, se basaban en la tierra y en lo que les aportaba la naturaleza. Cogían de los árboles, diversas frutas como eran los “wolow” que eran una especie de sandía pero mucho más dulce y que la utilizaban para cocinar junto con algas del mar. La comida que ellos cocinaban con cuencos de barro que ellos fabricaban junto con otros tipos de artilugios, era exquisita, nosotros probábamos cada día un plato diferente y eran espléndidos cocinando tanto mujeres como hombres, mezclaban fruta con verdura, y hacían unos platos realmente buenos y saludables.

También cultivaban con abonos naturales que ellos mismos fabricaban y que la misma tierra los producía, y así nacían frutas y alimentos exóticos, que a nuestro parecer nos resultaron exquisitos. Utilizaban herramientas para el arado, muy parecidas a las nuestras, pero aún más rudimentarias que para ellos les era suficiente.

Les hablamos de la industria, de la tecnología, de lo fácil que sería que elaborasen herramientas más fáciles, más manejables, e incluso que les reportarían mayores beneficios y con menor esfuerzo.

Ellos se negaron, nos comentaban que eso les haría perder la cabeza y que lo querrían todo para sí. Fonsi y yo, veíamos que tenían todos unas ideas muy claras de lo que querían y que eran inteligentes. Eso me gustaba, tenía muchísimas cosas en común con los “Mabele” y me sorprendían de lo valientes y tan seguidores de sus ideas que eran.

En la isla “Mokilí” no regía ningún gobierno, ni ningún rey. Tuvieron un rey, el rey “Akuliyé” hace años, que los dejó sin nada, y que ellos mismos, la tribu “Mabele”, le pidió que se marchase, no sin antes beber un extraño elixir que le hacía olvidar todo lo pasado en esa isla.

Akuliyé se marchó sin más, y juró también un manifiesto, que nunca hablaría de la isla “Mokilí” ya que si hablaba de la isla, esto se vería repercutido en su vida.

Los “Mabele” les tenían un gran afecto a los más ancianos en la isla, ya que tenían más experiencia en la supervivencia, y eran más sabios. Casi siempre se les hacía caso a ellos.

Tenían una asamblea por mes, para establecer opiniones y ponerse de acuerdo en cuanto a situaciones de peligro o aspectos generales de la isla, y también en cuanto a sus vidas. Esta asamblea se hacía conjuntamente y todo el mundo era quien para hablar, criticar, exponer ideas, debatirlas. Era un foro donde todo el mundo tenía la palabra, respetándose mutuamente y sin gritos, ni tampoco conflictos ni insultos.

En cuanto a las relaciones entre los “Mabele” eran envidiables, no se pegaban, ni se metían en peleas, les habían educado de una manera, que sabían desenvolverse ante cualquier situación. Cuando surgía una pelea, esto era imposible, siempre dialogaban, nunca había un tono más alto que el otro, siempre se entendían. Eran únicos.

Las relaciones personales, sólo existían en el ámbito sexual, eran libres, eran esporádicos, se dedicaban a tener hijos y a trabajar para poder mantenerse. Tanto los hombres como las mujeres eran de mentalidad abierta, sólo existía el amor hacia la naturaleza y hacia toda su raza. Se defendían unos a otros ante cualquier extraño que viniera de fuera.

El matrimonio, no lo conocían, se quedaron en blanco cuando se lo preguntamos, y, una vez explicado el concepto, no quisieron hablar, decían que todos los hombres y todas las mujeres eran de todos los hombres y de todas las mujeres, que, al igual que todo lo que poseían, era de todos. Una mujer podía tener hijos de todos los hombres de la isla, ya que nadie la ataba a nada, e igual con el hombre, un hombre podía mantener relaciones sexuales con todas las mujeres de su raza. Surgió un caso en el que existió el amor, pero se dieron verdaderamente cuenta que sus genes eran de un “Mabele” y que sus impulsos e instintos no eran compatibles como para estar solo con una persona. Y se entendieron perfectamente y cada uno se fue por su lado.

La sociedad de la tribu “Mabele” era muy igualitaria, se respetaban todos a todos. Y no había nadie por encima de nadie. Todos tenían lo mismo y cultivaban y recolectaban lo mismo. A Fonsi y a mí nos resultaba casi imposible lo que veíamos y lo que nos comentaban cada uno de ellos. Ellos siempre miraban por los demás y después por uno mismo.

Con respecto a su cultura, su tradición era que, todas las noches, organizaban un rito para velar por sus almas. Algo en lo que creían, su alma.

Para el rito “Bomwana” que así se llamaba, requerían mechas de fuego que colocaban en círculo y dentro del círculo se colocaban ellos. El rito comenzaba con un canto en “lingala” idioma que utilizaban entre ellos, y finalizaba con un baile en el que se movía todo el cuerpo manifestando que cada una de sus almas estaba viva.

Los “Mabele” vestían con lo que la naturaleza les brindaba, pero no mataban animales para ello, cogían ramas de los árboles más grandes y se las ponían. Otros iban desnudos por toda la isla, a ellos no les importaba. Y a Fonsi y a mí que íbamos con ellos tampoco.

Su ideología era su alma, no había nada más valioso que su alma. No quería perderla les resultaba la chispa de la vida, con lo que se es persona. A nosotros nos hablaban del alma, y nos resultaba entrañable e incluso lógico. Las creencias por tanto que ellos tenían, tenían que ver siempre con el alma. La apreciaban más que su propia vida, ya que tarde o temprano, según nos explicaban, la vida se te acaba, pero su alma continúa viviendo y continúa sintiendo.

Con respecto a la distribución de las comunas y de las casas o chozas en donde vivían, era para cinco personas, y allí entraba y salía quien quisiese ya que eran casas comunales, además rechazaban todo tipo de propiedad privada.

La estructura de la choza, era:

- tenía una planta nada más

- un cuarto donde se dormía

- y otro para hacer la comida.

Todas las chozas se encontraban en torno al interior de la isla, para la mejor protección de la tribu. Fonsi y yo nos quedamos sin habla cuando vimos aquello, no sabíamos cómo se las ingeniaban para permanecer unidos sin ninguna discusión por razones de hogar o de comida.

Los “Mabele” no utilizaban dinero, todo lo que se recolectaba y se cultivaba, se repartía igualitariamente, y nadie se quedaba sin nada nunca y todo era igual para todos.

En su tiempo libre se dedicaban a fabricar instrumentos y a tocar percusión, que les gustaba mucho. Yo que era una amante de la percusión me sentía muy feliz.

Nos contaron que de los “Mabele” salió un grupo llamado “Lokolé” de percusión, que tuvieron muchísimo éxito en su tribu pero que se fueron a aprender más música al extranjero, se fueron desgracidamente sin saber de su pasado, ya que una norma que había en la tribu “Mabele” era que nadie podía salir de la isla, porque querían mantener su tierra, sus tradiciones, su forma de vida, no querían que nadie los invadiese, ni que nadie les quitase sus materias primas, ni su naturaleza, querían todo tal y como era. Y si alguien salía de la isla, les hacían beber “el elixir” y jurar un manifiesto que aceptarían toda su vida. “Lokolé” al ser “Mabele” lo aceptaban y sabían que era así.

Para saber más de la isla “Mokilí”, les comentamos a los “Mabele” que quién eran esos piratas llamados “los protectores” que habíamos visto un par de veces, nos explicaron que eran protectores de la isla, y que también eran algo ladrones. Se llevaban bien con los “Mabele”, e incluso varias veces les daban algo de lo que robaban pero que ellos no lo aceptaban con mucho entusiasmo.

Nosotros Fonsi y yo, no sabíamos que hacer, nos sentíamos muy bien en esa isla y queríamos aprender de los “Mabele” ellos eran buenas personas, que se protegían a ellos mismos, no discutían y que seguían sus ideales respetando a los demás, al igual que Fonsi y yo, era una sociedad que nos impactaba socialmente y nos gustaba esa civilización. Pero teníamos que ir a contarlo a España, de donde originariamente éramos.

Por otro lado, no podíamos salir de la isla, si no bebíamos ese elixir que nos hacía olvidar la isla “Mokilí”….. y eso era algo demasiado grande, habíamos vivido allí, mil y una historia, como ahora para tener que olvidarlo todo.

Después de mucho pensar Fonsi y yo, nos quedamos en esa isla, ya que era lo que queríamos y sobre todo lo que nuestra alma quería………………………………

Si encontráis esta carta, es que hemos extinguido, llegué a la isla “Mokilí” con Fonsi, y enseguida me puse a escribir todo lo que veía, aquí os lo he dejado reflejado.

Últimamente hay muchos navegantes que pasan por aquí y nos ven, estamos asustados porque queremos seguir como éramos, pero creo que no vamos a durar mucho, los estadounidenses son demasiado listos, y vendrán pronto a quitarnos lo que más queremos, nuestra tierra. Pero nosotros no desesperaremos, nuestra alma seguirá intacta.

No os preocupéis, encontraréis restos de nosotros los “Mabele”, ya que yo ya me siento una de ellos.

Esto era fantástico……


Blanca Mundéle

1 comentario:

Pablo Herrera dijo...

Así siempre he pensado que se viviría antiguamente